El Ave María de Arcadelt y Dietsch

unas partituras antiguas siendo observadas con una lupa o lente de aumento

En el repertorio de la Coral Santa Cecilia existen dos obras de similitudes evidentes. Repasemos un poco su historia:

La historia del famoso «Ave Maria» que durante mucho tiempo se creyó de Jacques Arcadelt es, en realidad, un ejemplo claro de cómo una obra puede transformarse, reinterpretarse y terminar siendo atribuida erróneamente. Y aunque suene como un asunto puramente técnico o musicológico, en el fondo nos habla de algo más amplio: de cómo entendemos la historia, de cómo se transmite el arte y de lo fácil que es que una mentira, si suena bien, se convierta en verdad durante siglos.

Arcadelt: un renacentista entre Francia e Italia

Jacques Arcadelt nació alrededor de 1507 en lo que hoy es Bélgica. Fue uno de los grandes de la llamada escuela franco-flamenca, una corriente musical que influyó fuertemente en la Europa renacentista. Arcadelt pasó buena parte de su carrera en Italia, en lugares como la Capilla Sixtina, donde trabajó como cantante y compositor. En ese entorno, su música resonó junto a la de otros genios como Palestrina.

Arcadelt componía tanto música religiosa como secular, y fue especialmente influyente en el desarrollo del madrigal italiano, un tipo de canción polifónica muy popular en su época. Una de sus piezas seculares fue «Nous voyons que les hommes», una chanson (canción francesa) que hablaba sobre la fragilidad humana. Era una composición sencilla, elegante y bastante pegajosa. Nada que ver con una oración religiosa.

Pierre-Louis Dietsch: el responsable del malentendido

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Saltamos al siglo XIX. Ahí aparece Pierre-Louis Dietsch, un compositor y director de orquesta francés. En 1842, Dietsch hizo algo que cambiaría para siempre la percepción de aquella antigua chanson de Arcadelt: tomó la música, le cambió la letra por el texto del «Ave Maria» en latín y le añadió una línea de bajo para enriquecerla armónicamente.

El resultado fue una versión que sonaba más solemne, más «religiosa» y mucho más adecuada para el gusto romántico del siglo XIX. Dietsch publicó la pieza como «Ave Maria de Arcadelt». Y ahí comenzó la confusión: como el nombre de Arcadelt aparecía como autor, la gente creyó que se trataba de una obra sacra original del Renacimiento. Nada más lejos de la realidad.

¿Cómo se sostuvo esta confusión tanto tiempo?

La mezcla de factores es curiosa y reveladora:

  1. La melodía era muy buena: Sencilla, elegante, pegajosa. Una melodía bonita siempre tiene más posibilidades de sobrevivir al tiempo.
  2. El texto del «Ave Maria»: Muy conocido, muy querido. Ponerle esa letra a casi cualquier música la hace más emocionalmente potente para mucha gente.
  3. Arcadelt era un nombre respetado: Si veías su nombre en la portada, no tenías por qué dudar.
  4. Falta de acceso a fuentes originales: En el siglo XIX no era tan fácil verificar de dónde venía una pieza musical. Había menos archivos, menos publicaciones críticas, y casi nada de lo que hoy tendríamos a un clic.
  5. Una vez que algo se publica, se vuelve «verdad»: Si se publica con una atribución equivocada, y esa versión se vuelve popular, corregir el error puede tomar décadas, incluso siglos.

El caso Caccini: falsa atribución más allá de la música

Este tipo de confusiones no son exclusivas del arte. En ciencia también pasa. Un ejemplo curioso es el de Caccini, conocido por sus trabajos astronómicos, a quien erróneamente se le atribuyó durante mucho tiempo la composición de un «Ave Maria» que en realidad no era suyo. Al igual que en el caso de Arcadelt, el nombre ilustre ayudó a legitimar la pieza, y durante años se aceptó esa versión sin cuestionamientos.

Detrás de esta falsa atribución puede haber habido simples errores editoriales, o tal vez un intento consciente de darle más relevancia a la obra mediante un nombre de peso. Pero como pasa con frecuencia, una vez publicada con un nombre, esa versión se perpetúa y se normaliza. No fue hasta investigaciones posteriores que se empezó a cuestionar la verdadera autoría.

Otros casos similares en la música

El «Ave Maria» atribuido a Arcadelt no es el único caso de confusión autoral en la historia de la música:

  • Adagio en Sol menor atribuido a Albinoni: Fue compuesto realmente por Remo Giazotto en el siglo XX, quien dijo haberlo basado en fragmentos de Albinoni, aunque nunca se mostró prueba concreta.
  • Obras supuestamente de Bach: A lo largo de los siglos, muchas piezas se le atribuyeron erróneamente a Bach simplemente porque sonaban «a lo Bach» o porque era un nombre que vendía. Hoy día, la investigación musicológica ha corregido muchas de estas confusiones:
    • El “Aria en Do mayor” para violín y piano, popularizada bajo el título de “Air on the G String”.
    • La cantata “Mein Jesu, was für Seelenweh” (BWV Anh. 161). Esta pieza fue incluida durante mucho tiempo en los catálogos como una obra de Bach, pero investigaciones posteriores revelaron que su autor real fue Georg Melchior Hoffmann, un compositor contemporáneo de Bach. La confusión surgió porque ambos trabajaban en Leipzig, y algunas de las partituras sobrevivieron sin atribución clara.
    • Otra obra muy conocida que ha sido debatida es el célebre “Minueto en Sol mayor”, durante mucho tiempo incluido en colecciones de obras fáciles “de Bach”, pero que en realidad fue escrito por Christian Petzold.

Y ni hablar del arte o la literatura, donde falsificaciones y errores de atribución han sido comunes, muchas veces por motivos económicos o de prestigio.

¿Importa de quién es la obra?

Aquí viene la parte interesante: aunque hoy sabemos que el «Ave Maria» no fue compuesto como tal por Arcadelt, eso no impide que siga emocionando a quien lo escucha o lo canta. La versión de Dietsch tiene valor por sí misma. Pero también es importante saber cómo llegó a existir y qué historia hay detrás.

Saber la verdad no le quita belleza a la música. Pero sí nos ayuda a entender mejor cómo funciona el arte, cómo circula y cómo muchas veces las historias que nos cuentan están llenas de giros inesperados. Y sobre todo, nos recuerda que es sano dudar, investigar y no dar por hecho todo lo que viene con una etiqueta autoral.

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