Cuando un coro se sube al escenario, todos nos centramos en lo que oímos: las voces, las canciones, la armonía. Y sí, eso es lo más importante. Pero hay muchas otras cosas, que no son música, que también son clave para que una actuación sea fantástica. Son como la coreografía invisible o las reglas no escritas que hacen que un coro pase de ser un grupo de cantantes a un verdadero espectáculo. Evidentemente cada agrupación debe fijar sus propias normas. Las que mencionamos a continuación son simplemente las que nosotros hemos elegido.
Imagina un coro entrando al escenario de cualquier manera, o con gente mirando a otro lado. La primera impresión sería de desorden, ¿verdad? Por eso, cómo entran y salen del escenario es muy importante. No es solo caminar, es mostrar respeto por la música y por el público. Una entrada al escenario ordenada, en fila, transmite seriedad, ganas de hacerlo bien y pone el tono para lo que viene. Cada paso y cada posición cuentan para la imagen del grupo.
Una vez en el escenario, la posición de cada cantante se piensa para que suene bien y se vea bien. Los coralistas se colocan por tipo de voz (sopranos, altos, tenores, bajos), pero también es clave que todos estén quietos y con la misma postura. Pequeños movimientos, gestos o miradas perdidas pueden distraer y romper la sensación de unidad. Estar quieto es tan importante como cantar bien.
Los saludos al público al final son el broche de oro. Una reverencia al unísono, una mirada de agradecimiento, conecta al coro con la gente. Es el último momento de unidad visual que cierra la experiencia.
El orden de entrada (y de salida) al escenario esta condicionada por el numero de componentes, el tipo de repertorio y las dimensiones del escenario. La CSC sale al escenario con las filas posteriores primero y las anteriores en ultimo lugar (al revés en la salida). El orden de salida dentro de cada fila es el orden que terminara teniendo en el escenario. Si hay un error es mejor esperar al descanso o entre interpretaciones que empezar a intercambiar posiciones nada mas salir.
La carpeta con las partituras es como el mapa de la canción. Pero no solo sirve para leer la música. Es un elemento visual que, si no se maneja bien, puede molestar. Abrir y cerrar la carpeta a la señal del director, pasar las páginas sin ruido y llevarlas de antemano preparadas para que los movimientos sean mínimos y que todos la sujeten a la misma altura son detalles que hacen que el coro se vea impecable.

La carpeta debe colocarse a la altura adecuada para que no impida la visión del publico o que tape la boca. Para leer la partitura y mirar al publico o al director debe bastar con mover los ojos, no la cabeza. Y cuando se esta en movimiento (al entrar o salir) debe llevarse siempre en el lado que mira al publico.
Una carpeta bien colocada permite al público ver las caras y la expresión de los cantantes, y así, centrarse en la música. Si las carpetas están por todas partes o la gente se distrae con ellas, se rompe esa imagen de conjunto. La carpeta no es solo para la música, es parte de la escenografía. Se abre cuando lo indica el director y hasta que acaba la obra, NO nuestra participación. Si el coro esta sentado la carpeta se mantiene abierta.
Aunque es bueno estar quieto, la expresión de la cara es el camino para que la emoción de la música llegue al público. Un coro que canta con caras sin emoción, por muy bien que lo haga, le faltará alma. La alegría, la tristeza, la pasión… todo eso debe verse en las caras de los cantantes. No es hacer teatro, sino conectar de verdad con lo que dice la música.
El director ayuda mucho a esto, animando a los cantantes a sentir y transmitir la música con todo su cuerpo. Esta expresión visible no solo mejora la experiencia para el público, sino que también une más al coro.
En muchas canciones, hay solistas que cantan solos o a dúo. Esto añade un toque especial, dejando que voces individuales destaquen. Cuando un solista canta, no solo su voz es importante, sino también su presencia en el escenario. Su postura, su mirada, cómo se relaciona (o no) con el coro o el director, todo comunica. El solista debe saber cómo su movimiento y expresión encajan con el resto del coro. No está actuando solo, es una parte destacada de un todo.
El coro, por su parte, debe ser como un fondo discreto y sólido cuando el solista canta. Es aún más importante que estén quietos y atentos, para no quitarle protagonismo. Es un equilibrio delicado entre el brillo individual y el apoyo del grupo.
En cualquier caso, es conveniente designar a un miembro del coro, normalmente de amplia experiencia, para evitar dudas. Si hace falta, basta con observarle discretamente para corregir posibles fallos de coordinación.
En resumen, la magia de un coro no está solo en las notas perfectas. Hay muchos otros elementos que no son música: cómo se mueven, cómo usan la carpeta, la expresión de sus caras y cómo interactúan con los solistas. Todo esto no son solo reglas, son claves para que el coro no solo cante, sino que comunique, emocione y convierta la música en una experiencia inolvidable. A veces, lo que no se oye es tan potente como lo que sí.
Resumiendo, y en lo que respecta a la Coral Santa Cecilia (Cada coral puede tener las suyas, evidentemente):
- Entrada al escenario por orden de colocación, filas posteriores primero. Salida al revés.
- En los movimientos del coro las carpetas siempre en el lado del publico
- Mientras el coro esta sentado la carpeta permanece abierta para seguir la pieza aunque no se intervenga en ella.
- La carpeta debe estar a una altura que no impida la visión del publico ni tape la boca, y que permita leer la partitura sin agachar la cabeza.
- Aprende las necesidades de tus compañeros. Si en la próxima canción alguien detrás tuya va a salir como solista, prepárate para dejarle pasar (o volver a su puesto)
- En caso de duda fíjate en el compañero designado para orientarte.