Hace unos dias hablábamos de la atribución errónea del Ave María de Vavilov a Giulio Cassini, cosa lógica dado que el propio Vavilov jugaba al despiste con la autoría. En el repertorio sacro de la Coral Santa Cecilia hay otro ejemplo de atribució errónea, aunque desde luego no de las proporciones de la anterior.
Marco Frisina nació en Roma el 16 de diciembre de 1954. Desde joven mostró un gran interés por la música, estudiando órgano y composición en el Conservatorio de Santa Cecilia de Roma. En 1978 fue ordenado sacerdote, dedicando su vida al servicio de la Iglesia a través de la música.
Frisina es conocido principalmente por sus composiciones de música sacra, especialmente himnos y oratorios. Ha compuesto numerosas obras para celebraciones litúrgicas, encuentros juveniles y eventos eclesiales de gran magnitud, como las Jornadas Mundiales de la Juventud. Su música se caracteriza por un estilo melódico y accesible, que busca facilitar la participación activa de la asamblea y transmitir un mensaje de fe y esperanza.
Además de su labor como compositor, Frisina es director del Coro de la Diócesis de Roma y consultor del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. Su trabajo ha sido fundamental en la renovación de la música litúrgica en Italia y en el mundo.
El «Anima Christi»: Un Texto de Profunda Espiritualidad
El texto del «Anima Christi» es una oración que se remonta a la Edad Media. Se atribuye tradicionalmente al Papa Juan XXII (1244-1334), aunque algunos estudiosos sugieren que podría ser anterior. La oración expresa una profunda devoción a Cristo crucificado, pidiendo su santificación, curación, protección y unión.
Curiosamente, sin embargo, no se sabe cuando Frisina compuso esta obra en concreto, aunque fue alrededor del año 2000. Es posible que Frisina haya realizado varias versiones o arreglos de la pieza a lo largo del tiempo, lo que complica la tarea de determinar cuál es la versión original y cuándo fue compuesta. Además, no siempre se llevan registros detallados de cada composición, especialmente en el caso de obras destinadas a un uso litúrgico. Y por si fuera poco, a veces una composición se publica en partes o en diferentes formatos (partitura, grabación, etc.) a lo largo de varios años, lo que puede generar confusión sobre la fecha de composición original.
El texto original en latín es el siguiente:
Anima Christi, sanctifica me. Corpus Christi, salva me. Sanguis Christi, inebria me. Aqua lateris Christi, lava me. Passio Christi, conforta me. O bone Iesu, exaudi me.
Intra tua vulnera absconde me.
Ne permittas me separari a te.
Ab hoste maligno defende me.
In hora mortis meae voca me.
Et iube me venire ad te.
Ut cum Sanctis tuis laudem te.
In saecula saeculorum. Amen.
En español, la traducción más común es:
Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de ti.
Del enemigo malo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén.
¿Cual es entonces la polémica? Como hemos indicado, Aunque Frisina compuso la música, el Anima Christi es una oración muy antigua, que tradicionalmente se ha atribuido a San Ignacio de Loyola, y así aparece acreditado en muchos sitios,
De acuerdo, ¿pero por qué?
- San Ignacio de Loyola incluyó la oración «Anima Christi» al principio de sus «Ejercicios Espirituales», una obra fundamental de la espiritualidad ignaciana. Esta prominente ubicación hizo que muchos asociaran la oración con el santo.
- Uso frecuente y devoción personal: San Ignacio tenía una profunda devoción por esta oración y la recomendaba a menudo. Su uso constante y su importancia dentro de la espiritualidad ignaciana reforzaron la creencia de que él era el autor.
- Confusión histórica: A lo largo de los siglos, la falta de una atribución clara y definitiva del texto original, junto con la fuerte asociación con San Ignacio, llevó a la confusión y a la atribución errónea.
Pero, sin embargo…
- Los estudios históricos y filológicos sitúan el origen del texto del «Anima Christi» en el siglo XIV. El manuscrito más antiguo que se conserva data del pontificado del Papa Juan XXII (1316-1334). Tradicionalmente, se ha atribuido la autoría al mismo Papa Juan XXII, aunque no existe una prueba concluyente que lo confirme. Algunos estudiosos sugieren que podría ser anterior a él o de autor desconocido dentro de círculos devocionales de la época. Es importante recalcar que, desde luego, San Ignacio de Loyola no escribió el «Anima Christi». Él la adoptó y la integró en su espiritualidad, pero el texto es anterior a él.
La versión de Frisina del «Anima Christi» se ha convertido en un clásico contemporáneo de la música sacra. Se interpreta con frecuencia en celebraciones litúrgicas, momentos de oración personal y conciertos de música religiosa. Su popularidad es un testimonio del poder de la música para transmitir la fe y conectar con lo trascendente. Ha tenido un profundo impacto en la música religiosa contemporánea. Su accesibilidad y belleza han permitido que esta antigua oración llegue a un público más amplio, especialmente a los jóvenes. La música de Frisina ha ayudado a muchas personas a conectar con su fe de una manera más profunda y personal.
